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¿Y para qué leer un periódico de ayer?






Al recordar la pregunta que Héctor Lavoe inmortalizó en su canción Periódico de Ayer, nos enfrentamos a la interrogante: ¿por qué seguimos recordando el pasado? Todos los días, desde El Salmón, rememoramos un hecho trascendental en la historia, al estilo del clásico "un día como hoy". Aunque no es algo novedoso y muchos medios lo hacen, buscamos darle un giro de actualidad, narrando esos sucesos como si hubieran ocurrido ese mismo día, para sumergir a nuestros lectores en el ambiente de aquella época.


¿Tiene sentido aferrarse a eventos y fechas que ya han quedado atrás? ¿Por qué insistir en conmemorar momentos que parecen irrelevantes ante la acelerada dinámica del presente? Toca hoy, corregir al “cantante de los cantantes”. En una sociedad donde el control de la historia y la memoria es fundamental para el ejercicio del poder, la respuesta se torna evidente: recordar no es un acto pasivo, sino un ejercicio de resistencia y una construcción crítica del presente.


La disputa por el relato


La conocida frase "la historia la escriben los vencedores" tiene profundas implicaciones. Más allá de su repetición casi automática, esta expresión señala una realidad compleja: quienes ejercen el poder no solo controlan los medios de producción, la política o la economía, sino también el relato sobre lo que ha sucedido. Autores como Michel Foucault argumentan que el poder no es algo que simplemente se posee, sino que se ejerce a través de múltiples esferas, una de las más importantes siendo el control del conocimiento y la memoria. La capacidad de definir qué es lo que recordamos y cómo lo hacemos permite a las élites conservar y perpetuar su dominio.


La historia oficial, en muchos casos, no solo es incompleta, sino selectiva. Olvida a los derrotados, oculta los abusos, y legitima las estructuras existentes. Por ello, recordar de manera crítica es un acto de desafío. Como señala Walter Benjamin en sus Tesis sobre la filosofía de la historia, cada momento del pasado está cargado de tensiones no resueltas que el presente puede y debe redimir. El pasado no es una colección de datos estáticos, sino un campo de batalla sobre el cual se construyen nuestras interpretaciones y proyecciones hacia el futuro.


Entonces, ¿por qué recordar fechas y sucesos pasados? La respuesta no está solo en el deber de honrar lo que fue, sino en la necesidad de analizar cómo los hechos históricos nos ofrecen claves para entender el presente y actuar de manera más informada. Por ejemplo, las conmemoraciones de las guerras mundiales no son solo homenajes a los caídos; nos invitan a reflexionar sobre las raíces de los conflictos, sobre las dinámicas de poder, las alianzas, y los errores políticos que llevaron al desastre. De igual forma, recordar las luchas por la independencia en América Latina no es solo celebrar la liberación, sino interrogar las promesas incumplidas y los problemas estructurales que aún persisten.


El periódico de ayer como brújula para el futuro


Otro punto clave es que el pasado no está muerto. Los eventos que ocurrieron hace décadas o incluso siglos resuenan en las dinámicas contemporáneas. Los problemas actuales de racismo estructural, desigualdad social o crisis ecológica no se comprenden sin rastrear sus orígenes históricos. Al ignorar estas raíces, corremos el riesgo de abordar los síntomas sin enfrentar las causas profundas. En ese sentido, el periódico de ayer, lejos de ser un documento inútil, se convierte en una brújula para interpretar los desafíos contemporáneos y buscar soluciones más integrales.


Por ejemplo, movimientos como Black Lives Matter no se entienden fuera del contexto histórico del racismo en Estados Unidos, que tiene sus raíces en la esclavitud, la segregación y el encarcelamiento masivo de minorías. De igual manera, las crisis climáticas actuales están vinculadas a las políticas industriales del siglo XIX y XX, que priorizaron el crecimiento económico sin tener en cuenta los límites del planeta. La lectura del pasado, por tanto, no es un ejercicio de nostalgia, sino una herramienta para diagnosticar correctamente las crisis actuales.


Cuando revisamos el pasado, no solo estamos confrontando la historia oficial; también estamos buscando las alternativas que quedaron en el camino, aquellas voces que no fueron escuchadas, aquellos proyectos que fueron truncados. Por eso, la memoria histórica no solo nos ayuda a comprender lo que fue, sino a proyectar lo que podría ser. La historia está llena de ejemplos de resistencia, de creatividad y de esperanza.


La memoria colectiva y la construcción de identidad


Otro aspecto fundamental de por qué recordar es esencial está relacionado con la construcción de la identidad colectiva. La memoria es, en muchos sentidos, lo que nos define como sociedad. No recordamos solo para saber, sino para sentir que pertenecemos. En este sentido, la memoria es un proceso activo, un espacio de disputa donde los grupos sociales forjan su identidad y posicionan su lugar en el mundo.


Las efemérides y conmemoraciones históricas no solo nos ayudan a recordar quiénes somos y de dónde venimos, sino que también son herramientas políticas. En El Salmón, entendemos que estas conmemoraciones no son neutrales; se eligen y construyen con fines específicos. No basta con recordar los hechos del pasado, sino que es necesario cuestionar cómo han sido narrados.


En última instancia, recordar fechas importantes y conocer la historia es mucho más que un ejercicio académico o un ritual cultural. Es una acción política. Leer un "periódico de ayer", querido Héctor,  no es un acto inútil o anacrónico; es un acto de resistencia frente al olvido y al control del relato.


Como señaló Edward Thompson, la lucha por la memoria es una lucha por la dignidad humana. Cada vez que recordamos o cuestionamos el pasado, reafirmamos nuestro compromiso con un futuro donde las lecciones del ayer no se pierdan en vano. Así, la respuesta a la pregunta de Lavoe se hace evidente: leemos el periódico de ayer porque en esas páginas amarillentas están las claves para inventar un mañana mejor.


Pero para ser justos con el "jíbaro de Puerto Rico", él mismo parece contradecirse y encontrar la luz al final de su canción, cuando en su último soneo dice "analízate tu historia, y así podrás comprender".

 

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