La mujer que hizo hablar al Marañón
- Redacción El Salmón
- hace 9 minutos
- 4 Min. de lectura

Una semblanza de Mari Luz Canaquiri, ganadora del Goldman Environmental Prize 2025. Este reconocimiento le fue otorgado por su incansable lucha en defensa del río Marañón y su comunidad indígena Kukama en la región amazónica del Perú.
A Mari Luz Canaquiri no se la veían venir. Nació en la ribera del río Marañón, un afluente vital de la cuenca amazónica en Perú. Desde pequeña, fue testigo de las fuerzas naturales que dan vida a su territorio: el fluir ininterrumpido del río, la vibrante biodiversidad de la selva y, al mismo tiempo, la amenaza latente de una industria extractiva que busca apropiarse de su tierra. Criada con una cosmovisión donde los ríos son considerados seres sagrados, Mari Luz no solo entendió la importancia del Marañón como fuente de vida, sino también su fragilidad ante la presión de intereses externos.
El Marañón, al que su comunidad considera un ancestro viviente, era mucho más que un río para los Kukama. Era el corazón de su identidad, la sangre que recorría sus venas. El río, que serpentea por las tierras del norte de Perú, ha sido históricamente el eje que conecta las comunidades indígenas a lo largo de su recorrido, un lugar donde las generaciones comparten tradiciones, historias y prácticas ancestrales.
Esta conexión profunda motivó a Mari Luz a no permanecer callada cuando la amenaza del petróleo, la minería y las represas comenzaron a afectar la región. En lugar de ser una simple observadora, se convirtió en la voz de su pueblo y del Marañón mismo, que reclamaba ser escuchado.
En el año 2001, Mari Luz fundó la Asociación de Mujeres Huaynakana Kamatahuara Kana, una organización que buscaba visibilizar la lucha ambiental desde la perspectiva femenina. En ese entonces, las mujeres indígenas, en su mayoría invisibilizadas, decidieron alzar la voz en defensa de sus tierras y recursos naturales. La idea de que la minería, la extracción de petróleo y la construcción de represas traían consigo "progreso", fue un discurso que Mari Luz y su comunidad pronto entendieron como una falacia. Bajo la premisa de modernizar la región, la Amazonía se veía despojada de su esencia.
El petróleo del Oleoducto Norperuano, que transporta crudo desde la región amazónica hacia la costa, causaba constantes derrames que dañaban los ecosistemas y afectaban la salud de las comunidades, con un aumento significativo de metales pesados en la sangre de sus habitantes, como plomo, cadmio y mercurio, lo que a su vez ha generado serios problemas de salud, como daños a los riñones, el sistema nervioso y el sistema cardiovascular.
A pesar de las constantes denuncias de las comunidades afectadas, la falta de acción del Estado y las empresas responsables ha sido evidente, dejando a las comunidades en una situación de vulnerabilidad. Las autoridades no han implementado medidas eficaces para prevenir estos derrames ni han proporcionado los recursos necesarios para mitigar los daños a la salud de los afectados.
La lucha de Mari Luz Canaquiri se consolidó en la defensa del Marañón, pero su lucha fue también una batalla cultural. Su pueblo había sobrevivido por siglos manteniendo una relación armónica con el entorno, pero ahora se veía amenazado por un modelo de desarrollo que no consideraba su existencia. Enfrentándose al desinterés del Estado, que priorizaba los intereses económicos por encima de la vida de las comunidades, Mari Luz no solo luchaba contra las consecuencias visibles de la contaminación, sino también por una justicia más profunda: la justicia de la naturaleza.
En 2021, Mari Luz y su comunidad decidieron dar un paso audaz: demandaron al Estado peruano para que el Marañón fuera reconocido como un sujeto de derechos. Este concepto, inspirado por la legislación de otros países como Nueva Zelanda, que reconoció a un río como sujeto de derechos, fue un desafío al sistema legal y a la estructura política tradicional. Mari Luz sabía que esta lucha era más que una simple disputa legal. Estaba en juego el futuro de su comunidad y, por ende, el de la Amazonía misma.
El 26 de marzo de 2024, el Tribunal Superior de Loreto, en un fallo sin precedentes, reconoció al Marañón como un sujeto de derechos. El fallo incluyó la orden de que el Estado adopte un plan integral para proteger la cuenca y que la comunidad Kukama se convierta en su guardiana. Esta sentencia no solo fue histórica para Perú, sino que sentó un precedente en América Latina, abriendo la puerta a que otros pueblos indígenas puedan reclamar sus territorios y sus derechos sobre los recursos naturales que ancestralmente habitan.
La resistencia de Mari Luz y su comunidad no ha sido fácil. Enfrentándose a una política que sigue favoreciendo los intereses de las grandes corporaciones, la implementación del fallo sigue siendo un reto. A pesar de los intentos del gobierno por apelarlo, la sentencia fue ratificada en octubre de 2024. Pero la lucha no ha terminado. La aprobación de leyes restrictivas, como la que limita la capacidad de las organizaciones civiles para defender los derechos humanos y ambientales, sigue siendo un obstáculo para el cumplimiento del fallo.
Mari Luz nunca ha dejado que su identidad como mujer indígena, madre y abuela se desvanezca en su lucha. Para ella, defender el Marañón es también defender la vida de sus hijos, sus nietos y su pueblo. En su discurso durante la ceremonia de entrega del Goldman Environmental Prize en 2025, Mari Luz denunció la criminalización de los defensores ambientales y la falta de voluntad política para proteger la naturaleza y los derechos de los pueblos indígenas. Su voz resonó más allá de las fronteras del Perú, como un eco de todas las luchas de los pueblos invisibles.
Hoy, Mari Luz continúa siendo una figura central en la lucha por la justicia ambiental. Su historia es un testimonio de resistencia y coraje, de cómo una mujer Kukama se convirtió en la defensora no solo de su pueblo, sino de un río y una manera de vivir. En su corazón late la convicción de que la lucha por la justicia ambiental es global. Sabe que el destino de la Amazonía está ligado al futuro del planeta, y con la misma determinación con la que creció, lucha para que el Marañón y todos los ríos de la selva peruana sigan siendo sagrados, vivos y libres.
Comentários