La lucha de clases en EE. UU.
El actual proceso electoral en EEUU puede ser entendido como un conflicto intra-clase entre la clase dominante de un modo de producción en desaparición y la clase dominante de un modo de producción en auge, donde estas clases dominantes se materializan –accidentalmente- en las personas de Donald Trump y Kamala Harris[1].
El modo de producción en desaparición es el capitalismo donde el excedente es creado a través de bienes tangibles que se producen, ya sean de origen industrial (vehículos) o de origen natural (petróleo), plusvalía y renta respectivamente para David Ricardo[2]. El modo de producción en auge es el pastoral[3], donde el excedente es intangible[4] como son las patentes y su creación es materializada por “investigadores y autores, artistas y biólogos, químicos y músicos, filósofos y programadores”[5].
Al final de la Segunda Guerra Mundial (SGM), el nuevo orden internacional se encontraba polarizado entre la Unión Soviética y Estados Unidos, más entre Europa Oriental y Europa Occidental, alineados con las potencias mencionadas respectivamente.
Tras la SGM, -en Europa Oriental- la masiva expropiación del patrimonio de las clases dominantes a favor del Estado y de éste a los trabajadores, generó un súbito incremento del bienestar de la población trabajadora; tal como había ocurrido previamente en 1917 con el fin del Imperio Zarista y su posterior transformación en la URSS.
En Europa Occidental, la clase dominante optó por una alta presión tributaria en la cuenca del Mar del Norte (hasta 50% en Suecia a fines de los 40s) a ninguna reducción de desigualdad como en la Península Ibérica, mostrando un patrón de cercanía geográfica con la Unión Soviética, a más cerca mayor reducción de desigualdad.
Los EEUU optaron por una solución de mercado con el Plan Marshall creando primero una “cancha plana” en servicios públicos tales como educación, salud, vivienda y transporte en Europa Occidental, que no existía en EEUU mismo. Esta igualdad creada desde el sector público con impuestos primero y servicios después generó que Europa Occidental sea el subcontinente más igualitario en ingresos entre las economías de mercado; aunque no se comparaba con la igualdad económica de la economía planificada, en el lado oriental de Europa.
Al mismo tiempo, la brecha de igualdad entre Estados Unido con Europa Occidental se revirtió tras la SGM. Hasta los años 40, las consecutivas olas migratorias de toda Europa hacia el subcontinente de Norte América, tenían como paisaje que en Europa las mismas personas que eran “clase obrera” sin vivienda propia, en EEUU eran “clase media” ya que tenían vivienda propia; el Plan Marshall produjo niveles de igualdad en Europa Occidental inexistentes en EEUU.
El incremento de la igualdad en Europa Occidental, razonado desde las élites como un freno al avance de la economía planificada produjo un efecto colateral impensado en la economía consistente en un incremento sistemático de la productividad respecto a EEUU, teniendo ambos cimientos de economías capitalistas opuestas a la economía planificada. Este incremento de la productividad está registrado estadísticamente por el Fondo Monetario como “producto físico por hora trabajada”, siendo la medición específica más antigua referida a la industria automotriz, por tener un producto final de relativa homogeneidad internacional.
Con el indicador mencionado en el párrafo anterior, la industria automotriz europea incrementaba sistemáticamente su productividad respecto a la de EEUU; esto aunado a la paridad del dólar con el oro a US$35 la onza, generaba que el precio del automóvil producido en EEUU se incremente respecto al europeo perdiendo cuota de mercado.
En este contexto de pérdida de mercado, la élite de EEUU veía reducida sus ganancias respecto a sus pares en Europa, y la solución en EEUU no fue incrementar la productividad de sus trabajadores sino reducir sus costos operativos para corregir sus precios internacionales. En este escenario se explica el viaje secreto de Henry Kissinger a China en Julio 1971[6].
Después del triunfo en 1949 del Partido Comunista de China sin apoyo externo, liderados por Mao Zedong, la economía planificada se instala en China. Desde la Unión Soviética liderada por Josef Stalin se diseña una división del trabajo en las dos economías planificadas más grandes que hayan existido, la creada en 1917 se encarga de la industria y la otra más reciente se encarga de la agricultura como si ambas economías sean en realidad una sola.
En 1961, esta característica de dualidad en la agricultura/industria entre China y Unión Soviética, donde la agricultura tiene un rol secundario respecto a la industria, explica que Mao acuñe el término “social imperialismo”[7] para la Unión Soviética en su relación con China en primer lugar y en otras economías planificadas en Europa Oriental en segundo lugar.
Luego de la ruptura con la Unión Soviética, China empieza una política de industrialización en su territorio, con las limitaciones que durante más de veinte años había sido impedida de tener instalaciones industriales propias. Esto permite contextualizar que luego del viaje secreto de Kissinger en Junio 1971, Richard Nixon haga una visita oficial a China en Febrero 1972.
La élite de EEUU con el propósito de recuperar la productividad (y ganancias) reducidas frente a sus pares europeas decide desmantelar su base industrial en el llamado “Rust Belt”[8], para trasladarla a China empezando con los electrodomésticos hasta la situación presente. Esta decisión permitió reducir el costo de vida en EEUU respecto a Europa e incrementar la productividad, porque las mismas mercaderías tenían menores costos de producción, a través de la manufactura en China de patentes de EEUU.
Por eso se desprende que las áreas desmanteladas en EEUU son las áreas de mayor resonancia para Trump, ya que ofrece recuperar una Edad de Oro que no volverá, porque la producción de mercaderías ya no es el modo de producción dominante. Se puede comparar a los “Luddite”[9] en Inglaterra destruyendo tejedoras mecánicas, porque destruían en empleo total textil al hacer obsoletas las tejedoras manuales.
Una segunda etapa de incremento de productividad fue el desmantelamiento de barreras arancelarias y no arancelarias en EEUU con Bill Clinton[10] a través de “Tratados de Libre Comercio”; siendo los sectores agrícola e agro-industrial los más afectados, ya que su producción propia fue reemplazada por la importación de los mismos. Esta realidad la podemos ver en su contraparte en el Perú, con el auge de la agro-exportación.
Las próximas elecciones en Estados Unidos son sobre el futuro de la economía para dicho país. De un lado están las clases dominantes y las clases dominadas de un modo de producción obsoleto, basado en la producción de tangibles agrícolas e industriales, donde productos similares compiten en el mercado mundial; estas dos clases que debieran ser antagónicas en principio, se alían frente al peligro de su extinción simultánea. De otro lado, están también ambas clases sociales del modo de producción emergente que producen intangibles como patentes tecnológicas (Apple, Android, Oracle, etc.), patentes biológicas (Pfizer, Moderna, Merck, etc.), patentes visuales/auditivas (Walt Disney, Warner, Metro, etc.), patentes comerciales (Amazon, eBay, Netflix, etc.); donde la clase explotada está una condición incipiente, como lo describe Engels en “La Condición de la Clase Obrera en Inglaterra”[11].
En esta elección presidencial, los actores centrales no son los trabajadores, sean proletarios en el habla de Marx o sean hackers al habla de Wark. Los actores centrales son las élites dominantes de dos modos de producción en colisión, es inmaterial para los trabajadores quien gane, porque en ambos casos los ingresos de los trabajadores son minimizados para maximizar la ganancia de la clase propietaria, que el patrimonio sea tangible o intangible es irrelevante.
[1] Plejanov, Jorge. El papel del individuo en la historia. Barcelona Grijalbo. 1974
[3] Wark, McKenzie. A Hacker Manifesto. Boston, Harvard Press, 2004
[4] Corrado, Coral et al. Data, Intangible Capital, and Productivity. NBER/CRIW Conference on Technology, Productivity, and Economic Growth. 2022
[5] Wark, McKenzie. A Hacker Manifesto. Boston, Harvard Press, 2004
[6] Burr, William. The Beijing-Washington back-channel and Henry Kissinger’s secret trip to China. National Security Archive Electronic Briefing Book No. 66. 2022.
Comments