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Exreina María Antonieta es ejecutada en París tras ser condenada por traición






París, 16 de octubre de 1793 – En un acto que marca un nuevo punto álgido en la Revolución Francesa, la reina derrocada, María Antonieta, fue ejecutada en la guillotina en la Plaza de la Revolución, tras ser condenada por traición. La caída definitiva de quien alguna vez fue la monarca más poderosa de Europa resuena en todo el continente.


El proceso judicial contra la exreina, de 37 años, concluyó ayer tras dos días de tensos interrogatorios en el Tribunal Revolucionario, conocido por no mostrar clemencia hacia los enemigos de la República. Acusada de traición, conspiración con las potencias extranjeras y de intentar subvertir la República, María Antonieta se convirtió en el emblema de una nobleza indolente, cuyo desprecio por las penurias del pueblo había alimentado la revuelta popular.


Durante años, la aristocracia, con ella a la cabeza, vivió en el esplendor excesivo de Versalles, mientras Francia se sumía en la miseria. Sus decisiones frívolas y la opulencia que personificaba encendieron la furia de los ciudadanos, quienes vieron en ella a una reina ajena al sufrimiento de su pueblo, perpetuando los abusos del Antiguo Régimen.


Vestida de blanco y con el semblante apagado, la antigua reina fue llevada en un carro desde la prisión de la Conciergerie hasta la plaza pública, donde miles de ciudadanos se congregaron para presenciar su ejecución. A pesar de los rumores de intentos de huida o intervenciones extranjeras, la ejecución se llevó a cabo sin incidentes. Momentos antes de que la hoja cayera, la exreina se mostró serena, dirigiendo unas pocas palabras a los presentes, que apenas fueron escuchadas entre los gritos de "¡Viva la República!"


El fusilamiento de María Antonieta ocurre solo nueve meses después de la ejecución de su esposo, el rey Luis XVI, quien también fue juzgado y sentenciado por traición en enero de este año. Con la muerte de ambos, la Revolución Francesa cierra un capítulo de su historia, aunque la incertidumbre y la violencia siguen siendo constantes en un país dividido entre facciones radicales y moderadas que luchan por el control.


Para muchos, la caída de la exreina es un acto de justicia largamente esperado. Durante años, María Antonieta fue el blanco del odio popular, acusada de indiferencia hacia las penurias del pueblo francés, en especial durante la crisis de hambre que sacudió al país a finales del siglo pasado. Famosamente ridiculizada por su presunto consejo "que coman pasteles", la reina fue vista como el símbolo de los excesos y la decadencia de la corte de Versalles.


Sin embargo, también hay quienes cuestionan la severidad del castigo, señalando que las acusaciones en su contra fueron exageradas o fabricadas con el único fin de acelerar su condena. Las voces moderadas dentro de la Convención Nacional, aunque minoritarias, temen que la violencia desmedida de los jacobinos pueda alienar a parte de la población y llevar a una mayor inestabilidad política en los meses venideros.


El proceso, encabezado por los jacobinos y las fuerzas revolucionarias bajo la dirección de Maximilien Robespierre, se inscribe en la defensa de la República naciente, amenazada por los enemigos internos y externos.

 

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