Dos Papas, dos caminos: un contraste entre Juan Pablo II y el Papa Francisco
- Redacción El Salmón
- hace 2 días
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A lo largo de la historia reciente de la Iglesia Católica, dos figuras han marcado profundamente su rumbo con estilos de liderazgo, prioridades y visiones radicalmente distintas: Juan Pablo II y el Papa Francisco. Si bien ambos han tenido un alcance global e influencia considerable, sus pontificados reflejan enfoques casi opuestos sobre cómo debe actuar la Iglesia frente a los desafíos del mundo contemporáneo.
Juan Pablo II: conservadurismo doctrinal y silencios incómodos
Karol Wojtyła, conocido como Juan Pablo II, fue papa desde 1978 hasta su muerte en 2005. Carismático y viajero incansable, su figura fue clave en la caída del comunismo en Europa del Este, especialmente en su Polonia natal. No obstante, su papado fue también criticado por un enfoque doctrinal rígido, una visión eclesial centralizadora y su omisión frente a graves abusos dentro de la Iglesia.
1. Represión del pensamiento progresista
Durante su papado, Juan Pablo II reafirmó la moral sexual tradicional de la Iglesia, oponiéndose al uso de anticonceptivos, el aborto, la ordenación de mujeres y el matrimonio igualitario. Rechazó enérgicamente la Teología de la Liberación, movimiento surgido en América Latina que combina el cristianismo con la lucha por la justicia social desde la perspectiva de los pobres. A pesar de su inspiración en el Evangelio, esta teología fue duramente reprimida por el Vaticano. El caso del padre Gustavo Gutiérrez, teólogo peruano y uno de sus fundadores, es emblemático: fue objeto de vigilancia y sospecha por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, encabezada por el cardenal Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI).
Uno de los episodios más simbólicos fue el regaño público al sacerdote y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, en 1983, durante su visita a Nicaragua. Cardenal, entonces ministro de Cultura del gobierno sandinista, fue amonestado de forma pública por el Papa, en un gesto que evidenció la oposición frontal de Juan Pablo II a cualquier mezcla entre cristianismo y socialismo.
2. Silencios ante las dictaduras latinoamericanas
Durante su papado, Juan Pablo II visitó países como Argentina y Chile cuando aún estaban bajo dictaduras militares. Aunque promovió mensajes de paz, fue criticado por no condenar explícitamente las violaciones de derechos humanos. En su visita a Chile en 1987, evitó denunciar públicamente al régimen de Pinochet, lo que generó controversia. A pesar de algunos gestos simbólicos, como reunirse en privado con víctimas y opositores, su postura fue considerada ambigua. En Argentina, su visita de 1982 —en plena dictadura y guerra de Malvinas— también estuvo marcada por la falta de pronunciamientos claros sobre los crímenes del régimen. Organismos de derechos humanos cuestionaron su silencio, interpretado como una forma de neutralidad frente a los abusos.
3. Encubrimiento de abusos sexuales
Uno de los aspectos más cuestionados de su pontificado fue su actitud frente a los escándalos de pederastia. Juan Pablo II promovió y defendió a personajes como Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, acusado de abuso sexual sistemático a seminaristas e incluso de tener hijos en secreto. A pesar de las múltiples denuncias, Maciel fue protegido durante años hasta que, bajo Benedicto XVI, fue finalmente sancionado. Diversos investigadores y periodistas han señalado que el Papa polaco ignoró —e incluso encubrió— denuncias contra miembros del clero, priorizando la imagen institucional sobre la justicia para las víctimas.
4. Anticomunismo como eje geopolítico
El papado de Juan Pablo II estuvo fuertemente marcado por su militante oposición al comunismo, especialmente por su papel clave en el colapso del bloque soviético. Su respaldo al movimiento Solidaridad en Polonia, su país natal, fue fundamental para debilitar el régimen comunista en Europa del Este. El papado de Juan Pablo II estuvo fuertemente marcado por su militante oposición al comunismo, especialmente por su papel clave en el colapso del bloque soviético. Su respaldo al movimiento Solidaridad en Polonia, su país natal, fue fundamental para debilitar el régimen comunista en Europa del Este. Su anticomunismo también lo llevó a establecer alianzas con sectores conservadores, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y a adoptar posturas muy críticas frente a cualquier corriente que relacionara el cristianismo con el marxismo, como la Teología de la Liberación en América Latina. Mientras denunciaba con contundencia los regímenes comunistas por su opresión y falta de libertad religiosa, fue mucho menos enérgico ante los abusos cometidos por dictaduras de derecha o frente a las desigualdades estructurales generadas por el capitalismo.
Papa Francisco: un pontífice reformista y profético
Desde su elección en 2013, Jorge Mario Bergoglio —el primer papa latinoamericano y jesuita— impulsó una transformación profunda en el estilo y las prioridades del Vaticano. Francisco se caracterizó por un enfoque pastoral, una lucha decidida contra la corrupción interna y los abusos sexuales, y una denuncia abierta contra la desigualdad, el cambio climático y la cultura del descarte.
1. Tolerancia cero contra la pederastia
Francisco dio pasos concretos para enfrentar el encubrimiento y los abusos dentro de la Iglesia. Reformó el derecho canónico para facilitar la expulsión de sacerdotes abusadores, creó la Comisión Pontificia para la Protección de Menores e intervino diócesis enteras donde se descubrieron redes de encubrimiento. En 2019 convocó una histórica cumbre sobre abusos sexuales en el Vaticano, reuniendo a líderes eclesiásticos de todo el mundo. En América Latina, tomó decisiones firmes ante casos particularmente graves. En Perú, disolvió Sodalicio de Vida Cristiana tras las denuncias contra su fundador, Luis Fernando Figari, acusado de abusos físicos, psicológicos y sexuales. En el caso del cardenal peruano Juan Luis Cipriani, vinculado por años al encubrimiento de abusos y crítico de las reformas de Francisco, el Papa aceptó su renuncia en 2019 —antes del límite habitual de edad—, en lo que fue interpretado como una medida disciplinaria y simbólica. Su reemplazo, el arzobispo Carlos Castillo, marcó un giro pastoral más abierto y cercano a los sectores populares.
2. Crítica al capitalismo salvaje y defensa de los pobres
Francisco fue uno de los líderes mundiales más críticos del modelo económico global. En su encíclica Evangelii Gaudium (2013) denunció la "economía de la exclusión" y el "capitalismo salvaje", afirmando que "esta economía mata". Su encíclica Laudato Si’ (2015) marcó un hito en la relación entre la Iglesia y el medio ambiente, al vincular la crisis ecológica con la injusticia social. Defendió constantemente a los migrantes, refugiados y trabajadores precarios, y condenó el extractivismo, la especulación financiera y la cultura del consumismo. En Fratelli Tutti (2020), profundizó aún más en estas críticas, cuestionando el “dogma de la eficiencia” y la “meritocracia” que justifican la desigualdad. Llamó a construir una economía con rostro humano, basada en la solidaridad, y advirtió que el mercado por sí solo no resuelve todos los problemas: “El neoliberalismo se reproduce recurriendo a teorías mágicas del ‘derrame’ o del ‘goteo’ que nunca se verifican en los hechos”. Francisco apeló a una fraternidad universal que supere el individualismo, el racismo, y el desprecio hacia los pobres, llamando a una reforma ética y estructural del sistema económico global.
3. Reivindicación de la Teología de la Liberación
A diferencia de sus predecesores, Francisco revalorizó la Teología de la Liberación, destacando el aporte del padre Gustavo Gutiérrez y reconociendo su compromiso con los pobres. Invitó a Gutiérrez al Vaticano y rehabilitó públicamente su figura, en un gesto simbólico que significó una reconciliación con una corriente marginada por décadas. Además, expresó su apoyo a luchas sociales concretas en América Latina, como la defensa del territorio y los derechos de los campesinos de Piura, en Perú, afectados por megaproyectos extractivos. Se ha solidarizado también con comunidades indígenas en Brasil, México y la Amazonía, donde denunció los atropellos del agronegocio, la minería y la destrucción del medio ambiente. Francisco ha recibido en el Vaticano a líderes de movimientos populares, sindicatos y víctimas de la exclusión, y ha alentado la organización de los pobres como protagonistas de su propia liberación. Esta cercanía con los sectores marginados y su denuncia del poder económico concentrado han reforzado la percepción de un papado con un claro sesgo hacia las causas sociales y populares.
4. Un estilo sinodal, cercano y descentralizador
Promovió una Iglesia sinodal, más participativa y menos jerárquica. Fomentó el diálogo entre obispos, la inclusión de laicos en los procesos de decisión y el empoderamiento de las iglesias locales. Su apertura hacia las personas LGBTQ+, los divorciados vueltos a casar y otras comunidades marginadas reflejó un cambio de tono y de prioridades. Además, redujo significativamente el boato papal y optó por un estilo de vida austero, cercano al pueblo.
Mientras que Juan Pablo II será recordado por su lucha contra el comunismo, su carisma y su influencia geopolítica, su papado también dejó una estela de dolor para víctimas de abusos sexuales y teólogos progresistas reprimidos. En cambio, el Papa Francisco enfrentó con valentía muchos de los desafíos que su antecesor evitó o silenció: combatió los abusos clericales, denunció la injusticia estructural del capitalismo global y dio voz a los pobres y marginados.
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