¿De qué va esto de la eliminación de los topes a las tasas de interés? El Salmon te lo explica bonito

¡Ah, las tasas de interés! Ese pequeño porcentaje que puede hacer que tu billetera se sienta ligera como una pluma o pesada como una roca. Vamos a desentrañar este enredo financiero.
El tope a las tasas de interés: una breve historia
En marzo de 2021, el Congreso peruano, con la dizque noble intención de proteger a los consumidores de la temida usura, promulgó la Ley Nº 31143. Esta ley otorgaba al Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) la facultad de establecer límites máximos y mínimos a las tasas de interés que podían cobrar las entidades financieras. La idea era sencilla: evitar que los bancos aplicaran tasas exorbitantes que pudieran asfixiar a los prestatarios. Donaba muy bien.
La intención vs. la realidad
Sin embargo, la práctica mostró algunas consecuencias inesperadas. Según informes del BCRP, entre mayo de 2021 y marzo de 2024, aproximadamente 542,900 personas se vieron afectadas por estos topes. De ellas, 218,300 fueron excluidas del sistema financiero formal, mientras que 324,600 potenciales nuevos clientes no pudieron acceder al crédito bancario. ¿La razón? Las entidades financieras consideraron que el riesgo de prestarles dinero no compensaba el límite impuesto a las tasas de interés.
El efecto "gota a gota"
Al verse rechazados por los canales formales, muchos de estos individuos recurrieron al temido "crédito gota a gota", una práctica informal conocida por sus altas tasas de interés y métodos de cobranza poco ortodoxos. Es decir, lo que se intentó evitar con la ley terminó potenciando el mercado informal del crédito, donde las tasas pueden ser mucho más elevadas y las condiciones, mucho menos favorables.
La derogación
A partir de estos hechos, el 13 de marzo de 2025, se aprobó la derogación de la Ley Nº 31143, eliminando así los topes a las tasas de interés. El congresista Ilich López, presidente de la Comisión de Economía, argumentó que esta medida permitirá que más personas accedan al crédito formal y reducirá la dependencia del crédito informal, disminuyendo potencialmente las prácticas extorsivas asociadas al "gota a gota".
¿Y ahora qué?
Con la eliminación de los topes, las entidades financieras tienen mayor libertad para establecer sus tasas de interés, basándose en el riesgo crediticio de cada cliente. Esto podría ampliar el acceso al crédito formal, especialmente para quienes anteriormente fueron excluidos. Sin embargo, no todos comparten el optimismo.
¿Una puerta abierta a la usura?
Diversas instituciones, como la Defensoría del Pueblo, han expresado su preocupación. Argumentan que eliminar completamente los límites puede abrir la puerta a tasas abusivas, especialmente en un país con niveles significativos de desigualdad y baja educación financiera. Cuando no hay regulación clara, los consumidores más vulnerables —aquellos con menos información o menor capacidad de negociación— pueden quedar expuestos a condiciones desventajosas sin mecanismos eficaces para protegerse.
Además, algunos economistas señalan que la autorregulación del mercado no siempre garantiza justicia financiera, especialmente cuando hay poca competencia entre entidades, o cuando el acceso al crédito ya es restringido. En estos casos, los prestamistas pueden aprovechar la falta de límites para imponer condiciones que agraven el endeudamiento de los hogares.
¿Pero acaso otros países no tienen topes?
Sí, de hecho, muchos países aplican límites a las tasas de interés, y no todos enfrentan los mismos efectos negativos. La clave está en cómo se diseñan y supervisan estos topes:
Colombia tiene una “tasa de usura” definida mensualmente por la Superintendencia Financiera. Superarla es ilegal.
Francia y España aplican topes bien estructurados según el tipo de crédito. En Francia, por ejemplo, existe el taux d’usure, actualizado trimestralmente.
En Brasil, ciertos productos como tarjetas de crédito rotativas tienen límites específicos, supervisados por el Banco Central.
En Estados Unidos, el control varía por estado: algunos tienen topes estrictos y otros no, pero los tribunales pueden frenar tasas abusivas incluso sin ley específica.
México, aunque no tiene un tope general, exige transparencia y fija límites para ciertos tipos de préstamos.
Estos ejemplos muestran que los topes no son necesariamente negativos, pero deben aplicarse con criterio técnico, acompañados de medidas para evitar la exclusión financiera y fomentar alternativas formales de crédito. Un mal diseño —como algunos sostienen ocurrió en Perú— puede distorsionar el sistema, pero una ausencia total de límites también puede derivar en abusos si no se cuenta con mecanismos regulatorios fuertes.
La derogación de los topes a las tasas de interés en Perú busca equilibrar la protección al consumidor con un sistema financiero más abierto e inclusivo. La experiencia peruana deja una lección importante: no se trata solo de poner límites o quitarlos, sino de diseñar políticas que funcionen en la práctica y protejan sin excluir.
Como siempre, el verdadero desafío es encontrar el punto medio, donde el crédito sea accesible, competitivo y justo. Porque en el mundo de las finanzas, como en la vida, todo es cuestión de equilibrio.
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