¡Chile dice “No” a Pinochet! Plebiscito histórico sella el fin de la dictadura
Santiago, Chile, 5 de octubre de 1988 — En una jornada histórica, el pueblo chileno votó por el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en un plebiscito que decidiría si el general se mantenía en el poder o daba paso a una transición democrática. Con una participación masiva, más del 90% del electorado expresó su voluntad, y el 56% optó por la opción "No", rechazando la continuación del régimen militar que había gobernado desde 1973.
La campaña del "No", respaldada por la Concertación de Partidos por la Democracia, contó con figuras políticas clave como Ricardo Lagos, Patricio Aylwin e Isabel Allende, quienes llevaron un mensaje de esperanza y unidad frente a la represión y la falta de libertades. El régimen de Pinochet, que defendía la opción "Sí", utilizó la propaganda oficial y el control de los medios para mantener su posición, pero la demanda popular por el retorno de la democracia fue más fuerte.
No obstante, la resistencia al régimen de Pinochet no se limitó al ámbito político institucional. Diversos grupos armados, como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), desafiaron la dictadura mediante acciones militares, siendo uno de los ejemplos más significativos el atentado fallido contra Pinochet en 1986.
El plebiscito de 1988 no solo significó un triunfo de la democracia sobre la dictadura, sino también un paso decisivo en la historia de Chile, aunque la transición democrática estuvo lejos de ser perfecta. La Constitución de 1980, instaurada por el propio Pinochet, no solo mantuvo al dictador como jefe de las Fuerzas Armadas durante los siguientes ocho años, sino que también sentó las bases de un modelo económico neoliberal que ha perpetuado la desigualdad en el país.
El sistema económico implementado bajo el régimen de Pinochet, inspirado por los llamados "Chicago Boys", consolidó un marco neoliberal que privatizó sectores clave de la economía, promoviendo la desregulación y la reducción del Estado en áreas como la educación, la salud y las pensiones. Aunque este modelo trajo crecimiento en ciertas áreas, también profundizó la brecha entre los sectores más ricos y los más pobres. La educación y la salud se convirtieron en bienes de consumo, y el acceso a estos derechos básicos quedó condicionado al poder adquisitivo, exacerbando las desigualdades sociales.
En particular, el sistema de pensiones, implementado bajo el modelo de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), ha sido objeto de crítica por favorecer a las grandes empresas financieras en lugar de garantizar una jubilación digna a la mayoría de los trabajadores. Aunque el sistema prometía eficiencia y ahorro, muchos chilenos han visto cómo sus pensiones no cubren sus necesidades básicas, lo que ha generado descontento social y protestas masivas en los últimos años.
La combinación de un régimen represivo y un modelo económico neoliberal sentó las bases de un país con profundas desigualdades estructurales. Si bien la votación de 1988 marcó el comienzo de la transición hacia la democracia, el legado de Pinochet continúa siendo un tema de controversia, especialmente en términos de justicia social y económica. La necesidad de reformar el sistema de pensiones y garantizar una distribución más equitativa de la riqueza sigue siendo un desafío para Chile en su camino hacia una sociedad más justa.
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