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Al liberal que defiende al Estado de Israel: es tiempo de reconsiderarlo



La autora cuestiona si es posible que liberales defiendan a Israel, dado que sus políticas hacia los palestinos son antiliberales, racistas y discriminatorias, privándolos de derechos básicos como la libertad de movimiento, seguridad y propiedad.


El pasado Mayo, el New York Times publicó un importante artículo donde Ronen Bergman y Mark Mazetti detallaban las atrocidades que cometen los colonos extremistas contra los palestinos de Cisjordania a vista y paciencia de las autoridades israelíes

 

“Los impunes: cómo los extremistas se apoderaron de Israel” arranca con el relato de cómo los colonos acosaron y amenazaron a los 150 habitantes de Khirbet Zanuta, una pequeña aldea cerca de Hebrón, hasta hacerlos huir. Describe la injusticia sistémica, el avance de los lunáticos de extrema derecha de Israel hacia los centros de poder estatal y la impunidad de los colonos violentos. Por fin leía en un medio mainstream un análisis detallado de las causas profundas de las quejas de los palestinos.

 

El articulo, sin embargo, no tuvo el impacto que yo esperaba. La política de Estados Unidos hacia Israel sigue siendo de un apoyo incondicional. 

 

Nos acercamos al doceavo mes de esta guerra atroz. Guerra que, según cifras del 9 agosto, ha cobrado la vida a 39,677 palestinos y 1,478 israelíes. Mientras tanto, EEUU acaba de aprobar otro paquete de ayuda militar a Israel por $20,000 millones de dólares, plata que saldrá de los contribuyentes americanos. Bajo el título de la única “democracia liberal” del medio oriente, el Estado de Israel tiene confundidos a los estadounidenses. 

 

Cuando veo cómo las bombas israelíes matan y hieren a miles de niños de Gaza, siento caer en desesperación. Todo lo que puedo hacer, al igual Bergman y Mazetti, es exponer la brutalidad e injusticia y esperar el día en que los gobiernos occidentales cambien su comportamiento hacia el Estado de Israel.

 

 

Una peruana en Palestina / Israel

 

Como descendiente de palestinos, siempre quise entender el conflicto. Viajé a Jerusalén en 2010 pensando ingenuamente que un par de meses in situ me ayudaría a resolver mis dudas. A mi llegada al aeropuerto Ben Gurión me detuvieron e interrogaron: ¿cuál es el objetivo de su visita? ¿Cómo se llama su padre, su abuelo, su tatarabuelo? Mi apellido árabe me hizo sospechosa.

 

A pesar del recibimiento, me enamoré de Palestina/Israel y no me quise ir. Para poder quedarme, me matriculé en la Universidad Hebrea de Jerusalén, aprendí árabe y hebreo y obtuve una maestría en Investigación de Conflictos. Sacar la visa de estudiante me llevó mucho más tiempo que a otros estudiantes internacionales. Si yo, una palestina cuya familia emigró a Perú hace 100 años, enfrentó un trato desigual, ¿cómo será para los palestinos que viven ahí? Tuve cinco años para descubrirlo.

 

Cuando escucho a Jaime Bayly, escritor y periodista peruano, describir a Israel como la “única democracia en el Medio Oriente, una democracia admirable, que da la bienvenida a los palestinos pacíficos”, sólo puedo pensar que ignora la realidad sobre el terreno. Si una mayoría electa discrimina a una minoría étnica, ¿es esa una democracia digna de elogio? (1).[i]

 

Como dijo sin rodeos Moshe Cohen-Eliya, un abogado israelí y profesor de derecho constitucional , en un seminario sobre la democracia en Israel: “si en caso llegamos a una situación en la que el 80% de los miembros de la Knesset (parlamento israelí) quieren oprimir a los árabes, mejor toma tu maleta y huye lejos de aquí, creo que esto ya es un estado patológico de la democracia y ningún tribunal puede ayudar” (2).

 

De hecho, una democracia que no se base en principios liberales puede convertirse en la “tiranía de la mayoría”. Por tanto, dirijo este artículo a los liberales, y no necesariamente a los defensores de la democracia entendida estrechamente.

 

Las políticas y el comportamiento de Israel hacia los palestinos son indefendibles desde un punto de vista liberal. Mi propósito aquí no es crear animosidad hacia los israelíes (3) ni defender los actos de Hamás. Quiero arrojar luz sobre las políticas opresivas que se implementaron mucho antes del 7 de octubre y que nos llevaron a esta tragedia.

 

 

Hacia una definición simple de los ideales liberales

 

La definición más básica de un liberal es aquel que defiende la libertad, la igualdad de oportunidades y los derechos individuales. Los políticos debaten qué queremos decir con esos ideales. Los estudiosos distinguen entre libertad positiva y negativa; no están de acuerdo sobre qué constituye un derecho inalienable y cuál es la fuente de su legitimidad; contrastan igualdad con equidad, etc.

 

Sostengo aquí que, independientemente de cómo entendamos estos términos, Israel no califica como Estado liberal. Las políticas del Estado judío hacia los no judíos que controla, directa o indirectamente, no sólo son antiliberales sino profundamente racistas y discriminatorias. Ya sean ciudadanos árabes de Israel, residentes de Jerusalén, palestinos de Cisjordania, habitantes de Gaza o refugiados esparcidos por todo el Medio Oriente, todos los palestinos pagan el precio.

 

¿Qué tipo de injusticias soportan los palestinos? Cada “categoría” de palestinos enfrenta dificultades particulares. Veamos algunos ejemplos.

 

 


Barricada en el camino que conduce a la Carpa de las Naciones

Sin libertad de movimiento

 

Los palestinos que viven en la ocupada Cisjordania enfrentan cientos de obstáculos para moverse. Según un informe de la OCAH , a principios de 2023 había 645 de ellos, incluidos puestos de control con personal constante de las fuerzas israelíes (77), puntos de control con personal ocasional (+129) y otros bloqueos como barricadas, montículos de tierra y barreras de carretera (+400).

 

La gran mayoría de las obstrucciones se encuentran en lo más profundo de Cisjordania; sólo 39 son “puntos de entrada a Israel”. Más de la mitad (339 de 645) tienen un impacto severo en la vida de los palestinos, restringiendo el movimiento y el acceso a las principales carreteras, centros urbanos, servicios y áreas agrícolas.


Estas barreras internas van y vienen según consideraciones de “seguridad”. Tomemos, por ejemplo, la Carpa de las Naciones, una granja en la cima de una colina que pertenece a la familia Nasser desde la época Otomana y cuenta con títulos de propiedad de 1924/25. Daoud Nasser, palestino cristiano, lucha por mantener la granja en manos de la familia, y proclama un mensaje de paz y convivencia. Eso no ha impedido que Israel bloquee su camino de acceso y emprenda una batalla legal de décadas para reclamar la tierra. Aparentemente, un activista por la paz palestino que se reúne con extranjeros es una “amenaza” para la seguridad de Israel.


Otro obstáculo a la libre circulación es el sistema de permisos que determina quién de Cisjordania puede entrar en la Jerusalén Oriental ocupada y/o en el propio Israel. Algunos musulmanes obtienen un permiso durante el Ramadán, otros cristianos durante Semana Santa y Navidad. Una vez conocí a una joven cristiana con identificación de Cisjordania que nació en Jerusalén, pero a la que no se le permitía visitar a su abuela de 90 años en la Ciudad Vieja de Jerusalén porque Israel no le concede permiso, excepto en los días santos cristianos.

 

El Muro de Separación plantea aún más obstáculos a la libre circulación. El Muro se extiende 708 kilómetros, el doble de la longitud de la Línea Verde (la frontera de facto con Israel de 1949 a 1967). Dado que la mayor parte (aproximadamente el 85%) se ubica dentro de Cisjordania, el muro ha aislado el 9% de Cisjordania de los agricultores palestinos quienes deben acceder a sus plantaciones a través de puertas: 69 de ellas. La mayor parte del tiempo, las autoridades israelíes mantienen estas puertas cerradas

 

La vida de los palestinos que vivían en la Franja de Gaza antes del 7 de octubre del año pasado era sombría. Desde 2007, el año en que Hamas tomó el control de la Franja de Gaza de manos de la Autoridad Palestina liderada por Fatah, Israel ha impuesto una prohibición general de entrada y salida de Gaza. También restringe severamente los viajes entre Gaza y Cisjordania, limitando el número de personas autorizadas a viajar fuera de Gaza solo a aquellas que necesitan recibir tratamiento médico.

 

Israel controla el espacio aéreo y las aguas territoriales de Gaza. Sin aeropuerto. Sin puerto marítimo. La mayoría de los habitantes de Gaza quienes deben viajar al extranjero deben salir a través de Egipto. Excepto que la frontera de Gaza con Egipto ha estado prácticamente cerrada desde que Abd Fattah Al-Sisi ascendió al poder hace diez años. Cuando Mohammad, un estudiante de Gaza, ganó una beca para estudiar ingeniería en la Universidad de Columbia en Estados Unidos, no le permitieron cruzar a Egipto y perdió la oportunidad.

 

Los habitantes de Jerusalén y los ciudadanos palestinos de Israel tienen mayor libertad para moverse dentro de Israel y el territorio palestino ocupado (TPO), y pueden utilizar el aeropuerto Ben Gurión de Israel. Sin embargo, a ellos también los detienen arbitrariamente para realizar inspecciones. En Jerusalén, he visto a jóvenes de aspecto árabe acosados por la policía sin hacer nada sospechoso o ilegal. La discriminación racial es tan frecuente que artículos ofrecen consejos a los palestinos para cruzar los puestos de control israelíes.



Vista general del asentamiento de colonos judíos de Efrat construido en Cisjordania. Crédito foto AP.

 

 

Ni siquiera el más básico de los derechos humanos.

 

Los liberales hablan de derechos inalienables, derechos fundamentales para la humanidad y más allá del debate político. El Estado de Israel niega estos derechos a los palestinos.

 

Consideremos el derecho a no ser detenido arbitrariamente, herido o asesinado. En Israel, el Estado puede arrestar y retener sin juicio a una persona que no ha cometido un delito, con el argumento de que puede violar la ley en el futuro. Lo llaman detención administrativa. La persona es detenida sin procedimiento judicial, basándose en pruebas que no se le permite ver. La persona puede ser retenida hasta por seis meses. Si, antes de que expire la orden, existen "motivos razonables", la detención puede prorrogarse otros seis meses. No hay límite de cuántas veces se puede extender la detención. En septiembre de 2023, el Servicio Penitenciario de Israel tenía 1,310 palestinos en detención administrativa. Este número se ha más que duplicado desde el 7 de octubre.

 

He perdido la cuenta de cuántos palestinos han sido heridos o asesinados Israel por “error” o como “daño colateral”. Los casos recientes incluyen el asesinato de la famosa periodista de Al Jazeera, Shireen Abu Akleh;  la redada en plena luz del día a la ciudad cisjordana de Nablus; y la ejecución de David Ben Avraham, un palestino de 63 años convertido al judaísmo.

 

El asesinato de Shireen Abu Akleh el 11 de mayo de 2022 recibió atención mundial. Nacida en Jerusalén en una familia cristiana, Shireen también tenía ciudadanía estadounidense. El día del asesinato, ella estaba cubriendo una incursión israelí en el campo de refugiados de Jenin. Inicialmente, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que un pistolero palestino la mató, pero finalmente admitieron una "alta posibilidad" de que Abu Akleh fuera "alcanzado accidentalmente" por fuego del ejército.

 

Dos ONG llevaron a cabo una investigación conjunta sobre el incidente. Forensic Architecture es un grupo de investigación multidisciplinario con sede en Londres que utiliza técnicas y tecnologías arquitectónicas para investigar casos de violencia estatal y abusos de derechos humanos en todo el mundo. Al Haq es una organización palestina de derechos humanos. Su análisis detallado de las pruebas  los llevó a concluir categóricamente que el ejército israelí atacó deliberadamente al periodista con intención de matarla. Israel se ha negado a realizar una investigación criminal. Nadie ha sido acusado.

 

El 22 de febrero de 2023, a las 10:30 a. m., el ejército israelí asaltó la ciudad vieja de Nablus . El objetivo era arrestar a tres combatientes buscados de Lion's Den, un grupo armado con base en Nablus. El ejército sabía que a las 10:30 de la mañana de un miércoles la Ciudad Vieja estaría abarrotada. Sabían que los civiles estarían en peligro, pero procedieron de todos modos, hiriendo a más de 100 palestinos y matando a 11, entre ellos 5 civiles inocentes como un chico de 16 años y un hombre de 72 años.


El caso de David Ben Avraham fue grabado en vídeo pero no recibió suficiente atención en los medios occidentales. El “grave incidente”, como lo llamaron las FDI, ocurrió el 19 de marzo de 2024. En el video se ve a Sameh Muhammad Abd al-Rai Zaytoun, un palestino de Hebrón, que se hacía llamar David Ben Avraham desde que se convirtió al judaísmo hace varios años, con un arma apuntándole después de bajarse de un taxi palestino en una estación de autobuses cerca de un asentamiento de colonos judíos en Cisjordania, al sur de Jerusalén. Al parecer, Zaytoun levantó sospechas entre los reservistas que no creían que fuera judío. A pesar de cumplir las órdenes de los reservistas, fue asesinado. Tenía las manos en el aire cuando le dispararon.


Durante años, después de convertirse al judaísmo, Ben Avraham había estado buscando la ciudadanía israelí, pero las autoridades lo rechazaron repetidamente debido a su herencia palestina. Ajeno a la ironía, el ministro del Interior aprobó póstumamente su estatus de residencia en Israel.

 

 

Derecho a la propiedad denegado

 

Entre los derechos individuales que los liberales y libertarios (4) valoran más, está el derecho a la propiedad. Una revisión del despojo palestino debería enfurecer a libertarios como el presidente argentino Javier Milei.

 

Después de la guerra de 1948, sólo quedaron 150,000 de los 900,000 palestinos que vivían en lo que más tarde se convirtió en Israel. El otro 85% huyó o fue expulsado en lo que muchos estudiosos ahora coinciden fue una campaña de limpieza étnica (5).

 

Según la Ley de Propiedad de Ausentes que Israel aprobó en 1950, los palestinos expulsados después del 29 de noviembre de 1947 eran “ausentes” y por lo tanto se les negaba cualquier derecho6. El estado confiscó sus tierras, casas, apartamentos y cuentas bancarias. Los refugiados palestinos que intentaron regresar (7) fueron etiquetados como “infiltrados” y, si eran capturados, asesinados a tiros.

 

Los “afortunados” que permanecieron en sus hogares fueron sometidos a un toque de queda militar (8). Los desplazados internos fueron declarados “ausentes presentes”; el Estado se apoderó de sus posesiones, les prohibió regresar a sus aldeas dentro de Israel y se apresuró a arrasar sus casas y confiscar sus tierras. Estos botines fueron asignados a kibutzim cercanos, utilizados para crear nuevas comunidades judías o plantados con pinos en una campaña de green washing. Las casas de estilo otomano propiedad de palestinos que vivían en ciudades mixtas (árabes y judías) fueron entregadas a refugiados judíos que llegaban de Europa o países árabes. Cuando visito los hermosos barrios residenciales de Qatamon o Baq'a en Jerusalén Occidental con familiares de Cisjordania, me señalan las casas y recuerdan el nombre palestino del legítimo propietario.

 

Durante las décadas de 1960 y 1970, los palestinos en Israel fueron objeto de confiscaciones masivas de tierras que provocaron la manifestación del 30 de marzo de 1976, en la que seis palestinos desarmados murieron y cien resultaron heridos. Desde entonces, cada 30 de marzo, los palestinos de todo el mundo celebran el “Día de la Tierra” para señalar su conexión continua con su tierra.

 

En 1966, Israel concedió la ciudadanía a los palestinos dentro de Israel. Ahora podían votar en las elecciones generales y participar en política. Israel señala a algunos de estos ciudadanos árabes que han ocupado puestos importantes en la sociedad, para defenderse de las acusaciones de apartheid. Pero Israel priva de derechos a su población árabe en todos los aspectos de la vida: distribución de tierras, seguridad, presupuestos de educación y salud, infraestructura y más.

 

Desde su creación, Israel ha empleado consistentemente una política discriminatoria de distribución de tierras. Si bien se han establecido más de 1,000 comunidades judías, no se ha aprobado ni un solo asentamiento árabe. Los asentamientos judíos en el desierto del Néguev al sur de Israel son reconocidos retroactivamente, mientras que las aldeas beduinas anteriores a la independencia de Israel no están reconocidas y se ven privadas de agua, electricidad e infraestructura.

 

Aunque los ciudadanos palestinos de Israel representan el 21% de la población, ocupan menos del 3% del territorio. Al no poder expandirse debido a limitaciones de tierra y no poder comprar tierras propiedad del Estado judío (9), los municipios árabes están superpoblados mientras que las comunidades judías vecinas se extienden cómodamente sobre grandes extensiones de tierra.

 

 

La ocupación y asentamiento de los TPO: ciudadanía despojada, más apropiación de tierras y falta de seguridad

 

En la guerra de 1967, Israel ocupó el 22% restante de la Palestina histórica, expulsando a Egipto de Gaza y a Jordania de Cisjordania. Israel anexó rápida y unilateralmente Jerusalén Este (10) y declaró que ambas mitades, Este y Oeste, eran “la capital eterna e indivisa de Israel”. Los habitantes árabes de Jerusalén eran ahora “residentes permanentes”, no ciudadanos. A cualquier palestino residente en el territorio recién ocupado que se encontrara en el extranjero en ese momento de la guerra se le prohibió regresar.

 

Para judaizar aún más Jerusalén, Israel aprobó una ley en 1995 para revocar el estatus de residente permanente a los palestinos que pasaran siete años o más fuera de Israel. Conocí a un joven de la Ciudad Vieja en 2011 que había estudiado Ingeniería Mecánica en la Universidad Northwestern y le ofrecieron un trabajo en Estados Unidos. En lugar de aprovechar la oportunidad y perder su residencia en Jerusalén, regresó a casa. Cuando lo conocí, vendía souvenirs en la tienda familiar.

 

La apropiación de tierras continúa sin cesar. Ya en septiembre de 1967, dos meses después de su victoria, el gobierno israelí dio luz verde a los judíos israelíes para establecerse en los territorios recién conquistados, principalmente en el Valle del Jordán y alrededor de Jerusalén. En 1977, Israel amplió las áreas para los colonos judíos en Cisjordania.

 Con cada nuevo asentamiento de colonos viene la confiscación de tierras, el cierre de áreas a los palestinos, la pérdida de acceso a fuentes de agua y tierras de pastoreo, y más. A mediados de 2023, unos 700,000 colonos viven en 279 asentamientos. en Cisjordania (500,000) y Jerusalén Este (200,000), un número que seguramente aumentará en represalia por el ataque de Hamás en octubre pasado.

 

El contraste es marcado entre el trato que Israel da a los colonos judíos (ciudadanía plena y subsidios ) y a los palestinos. La violencia de los colonos contra los palestinos, relatada por fin en el New York Times, ha quedado impune durante años y ha aumentado dramáticamente en los últimos meses (11). Según Yesh Din, un grupo israelí de derechos humanos, de 1,600 casos de violencia de colonos en Cisjordania entre 2005 y 2023, apenas el 3 por ciento terminaron en una condena.

 

 

Continuo desplazamiento forzado a través de permisos de construcción y derechos diferenciales para reclamar propiedades.

 

Después de que Israel anexara Jerusalén Oriental en 1967, aprobó la Ley de Asuntos Jurídicos y Administrativos de 1970, que permite a las familias judías reclamar propiedades que supuestamente poseían (12) en Jerusalén Oriental pero que perdieron en 1948, al tiempo que niega el mismo derecho a los palestinos.

 

Las familias palestinas que ahora enfrentan el desalojo de Sheikh Jarrah son descendientes de refugiados asentados en Jerusalén Este cuando Jordania tomó el control. Tienen propiedades en Israel, pero la Ley de Propiedad Ausente de 1950 y su enmienda de 1973 les impiden reclamarlas.

 

Los permisos de construcción son otra herramienta utilizada para judaizar Jerusalén Oriental. La municipalidad de Jerusalén no finaliza ni aprueba ningún plan para los barrios palestinos y niega alrededor del 93 por ciento de las solicitudes de permisos de construcción de palestinos con residencia permanente (13).

 

Las estadísticas de permisos son aún peores para los palestinos que viven en la llamada Área C, el 61% de Cisjordania bajo control total de Israel. Según la organización israelí Peace Now , entre 2009 y 2018 Israel concedió sólo el 2% de todas las solicitudes presentadas por los palestinos para permisos de construcción en el Área C (98 de 4,422). Por el contrario, Israel permitió unas 2,000 unidades de vivienda cada año en los asentamientos de colonos.

 

En consecuencia, los aproximadamente 300,000 palestinos que viven en el Área C deben construir sin permisos, lo que desencadena una orden de demolición. Israel ha demolido miles de estas edificaciones.

 

¿La igualdad no es buena?

 

La lista de injusticias y desigualdades continúa. Podríamos considerar, por ejemplo, la Ley de Comités de Admisiones que permite a las comunidades seleccionar y rechazar a los solicitantes considerados “inadecuados para su composición social y cultural”, facilitando a las ciudades de mayoría judía impedir que los ciudadanos palestinos de Israel se muden ahí (14). O la Ley de Ciudadanía y Entrada a Israel que impide que los palestinos en Cisjordania y Gaza que se casan con ciudadanos palestinos de Israel obtengan residencia o estatus de ciudadanía (15). También podríamos examinar cómo Israel está dificultando que los cónyuges extranjeros de palestinos de Cisjordania renueven sus visas para estar con sus seres queridos (16). 

 

La Universidad Hebrea organizó el año pasado un seminario sobre Democracia Liberal ”. Fue a la vez fascinante y perturbador. Hacia el final, la conversación giró hacia las consecuencias de las reformas judiciales que el gobierno de Netanyahu estaba impulsando y los riesgos de una mayor discriminación de los palestinos si se aprobara. Sospecho que los panelistas se sorprendieron cuando un estudiante preguntó: “¿Qué tiene de terrible la igualdad como base para juzgar?” ella preguntó. “¿Acaso la igualdad no es buena?” La próxima generación me da esperanza.

 

Anhelo el fin de la guerra en Gaza y el inicio de negociaciones que conduzcan a una paz integral. Mientras tanto, dejemos de decir que Israel es una democracia liberal. Dejemos de fingir que Israel comparte valores liberales. La presión internacional puede jugar un rol importante en una resolución aceptable para ambas partes. Los liberales de todo el mundo tienen un papel que desempeñar para lograrlo.


1 La ley básica del Estado-Nación Estado aprobada en el 2018, proclama a Israel como el Estado-nación del pueblo judío. En Israel no existe la nacionalidad israelí. En los documentos de identidad existe un registro etnico: judío para la mayoría judia y árabe para árabes con ciudadanía israelí.

2 Seminario de la Universidad Hebrea "Democracia liberal" 1:21:29

3 Aquí hago la distinción entre el Estado de Israel (es decir, sus políticas e instituciones) y el pueblo israelí. No los confundo por respeto a los compañeros de clase, profesores y amigos judíos israelíes que conocí durante mi estancia allí y que genuinamente quieren un acuerdo justo para ambos pueblos.

4 El libertarismo es una forma más extrema de liberalismo. Dos ideas son fundamentales para el libertarismo. En primer lugar, cada individuo tiene derecho a vivir como le parezca correcto, siempre que no intente obligar a otros a vivir de la misma manera. En segundo lugar, cada individuo tiene derecho a adquirir y conservar bienes. Si el gobierno es necesario, es sólo para defender estos derechos fundamentales.

5 Según Noam Chomsky “El informe define los actos de limpieza étnica como la separación de hombres y mujeres, la detención de hombres y la destrucción de casas y su posterior repoblación por otro grupo étnico. Este fue precisamente el repertorio de los soldados judíos en la guerra de 1948" Gaza en crisis: Reflexiones sobre la guerra estadounidense-israelí contra los palestinos. Ver trabajo de historiadores como Walid Khalidi, Nur Marsalla, Erskine Childers, Illan Pape, Norman Finkelstein o Shlomo Ben Ami.

6 Al mismo tiempo, la Ley del Retorno (1950) otorgó a los judíos de cualquier parte del mundo el derecho a convertirse automáticamente en ciudadanos israelíes. 

7 Según Benny Morris, el 95% de los “infiltrados” sólo intentaban recoger sus pertenencias, cosechar sus granjas o recoger los frutos de sus árboles.

8 El 29 de octubre de 1956, un grupo de palestinos de la aldea de Kafr Qassim, que desconocían el toque de queda impuesto ese mismo día en vísperas de la guerra del Sinaí, fueron asesinados por la policía fronteriza israelí. En total, 48 personas murieron en la masacre, de las cuales 19 eran hombres, 6 mujeres y 23 niños de entre 8 y 17 años.

9 Ley Básica: Tierras de Israel (1960) estipula que la propiedad de las “tierras de Israel” –controladas por el Estado, el Fondo Nacional Judío (FNJ) y la Autoridad de Desarrollo– sólo puede transferirse entre las tres entidades, sabiendo que el FNJ arrienda las tierras que posee sólo a los judíos. El noventa y tres por ciento de la tierra en Israel es pública y pertenece al estado, al FNJ o a la Autoridad de Desarrollo. Los ciudadanos palestinos no pueden arrendar alrededor del 80 por ciento de la tierra controlada por el Estado, según Adalah.

10 Inmediatamente después de la guerra de 1967, el Gobierno de Israel anexó unilateralmente unos 70.500 dunams (aproximadamente 17.400 acres) de tierras jordanas de Jerusalén y Cisjordania a los límites municipales de Jerusalén Occidental. Además de las zonas de Jerusalén que anteriormente habían estado controladas por Jordania (aproximadamente 6.500 dunams), las tierras anexadas incluían otros 64.000 dunams, la mayoría de los cuales pertenecían a 28 aldeas palestinas de la Ribera Occidental; las tierras anexadas restantes estaban dentro de los límites municipales de Belén y Beit Jala. Con esta anexión, el área total de Jerusalén se triplicó, convirtiendo a Jerusalén en la ciudad más grande de Israel, tanto en territorio como en población.15 Este territorio anexado se conoce hoy como “Jerusalén Oriental”.

12 La mayoría de los reclamantes no son descendientes de los propietarios, sino judíos no emparentados apoyados por organizaciones de derecha como Elad y Aret Cohanim decididos a judaizar Jerusalén Este.

 

 

 

 

 

 

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